8 Clases después.

Y otras 16 del año pasado, hacen un buen conjunto para hacer una buena reflexión sobre este tema.

Todas las clases fueron de fotografía, en dos cursos distintos; uno de iniciación a la fotografía, (mayoría teórico) y otro de fotografía totalmente práctica.

¿Y qué? ¿Qué tal? ¿Lo cumpliste?

Bueeno... sí y no. Sin duda, he mejorado y mucho. Pero ser alumno y profesor es la mayor de las ventajas, y un inconveniente abismal. ¿Por qué? Por el bendito tiempo. Mejor dicho, por la escasez de él.

Y es que no da para tanto la vida; un trabajo, 3 proyectos paralelos muy grandes, la presidencia de esta asociación, las clases impartidas y además, 7 asignaturas en la universidad.

Por lo que me lleva al quit de esta entrada;

El "egoísmo" del creativo. Alguien que tenga como principal rol, crear (ya sea artístico, o incluso formar alumnos, me parece igual de necesario) veo fundamental una gran cantidad de "tiempo libre". Y es absurdo considerarlo "tiempo libre" porque tiene connotaciones negativas muy fuertes. Se considera que tiempo libre es sinónimo de vaguería, cuando si quiero tiempo, es para poder estar más trabajando. Para hacer realmente bien mi trabajo.

David Lynch en Atrapa al pez dorado afirma que para una hora buena de pintura, necesita otras tres "libres". Y es que no se puede crear, sin ser yo, quien esté en ese modo. No puedes escribir en 15 minutos libres del café de la mañana, no puedes prepararte una clase creativa si a la par tienes diez mil actividades paralelas.

¿Qué más me llevo?
La actitud. La importancia de la manera de dirigirte a los alumnos, la facilidad que otorga el romper barreras y ser uno de ellos.

La experiencia, el saber cuándo me escuchan, y también saber cuándo yo no escucho o cuándo no tengo ganas de estar dando esa clase (sí, luego también lo puedo ver en el resto de profesores).

Y una gratitud enorme, por haber disfrutado tanto con este "trabajo".

A ver qué depara el siguiente.

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