La actitud de la actitud.


Algo que me ha llamado la atención mucho, y que ha sido mejorado a partir de las clases, ha sido ver lo importantísimo que es la predisposición del profesor a la hora de captar la atención. Y sobretodo;
La actitud frente a la clase.

Al plantear muchas veces actividades que no son lo común en un entorno lectivo, este punto es vital, para conseguir que el alumno se lo tome en serio.

De primeras, en cualquier entorno constante, al introducir una variable reaccionamos rechazándola, prefiriendo nuestra situación de confort inicial, donde se supone que tan mal no puede ser si cumpliéndola no hemos muerto (hablando casi psicológicamente, todavía las universidades no son campos de batalla).

Por lo que es crucial que sea el profesor quien mantenga el interés y sobretodo, que sea el espejo de que esto que propones no solo va enserio, sino que les puede resultar una mejora.

Y no es fácil, porque son 30 contra uno.


Pongo un ejemplo; en la práctica que realicé, para realmente meter a los alumnos en materia y que no fuese una obligación, quise que se lo tomaran como un juego. Convertir la universidad en un patio de recreo. De primeras, obviamente que fue tomado con escepticismo, pero al acabar la clase llegaron todos prácticamente corriendo, hablando entre desconocidos y comparando resultados.

Si la motivación hubiese sido una nota, se convertía en una obligación y por tanto, la motivación es externa a mi. Hay una recompensa. O incluso peor; un castigo.

En este caso, la actividad se realiza por el puro placer de realizarla. Y nada puede salir mejor, que la motivación propia cuando el motor es interno.

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